El “aggiornamiento” del cine peruano

El cine peruano está cobrando un papel protagónico dentro de las industrias culturales del país. Si bien el Perú se caracterizó siempre por el desarrollo de un cine comprometido, en lo últimos años se arriesga más por el desarrollo de géneros, de propuestas visuales nuevas y por contar historias más universales.

Alrededor de 10 producciones han visto la luz en lo que va del año. No vamos a hablar aquí de si son buenas o malas, ya que todos han sido buenos proyectos llevados adelante por profesionales comprometidos con su trabajo, y lo que es más importante, comprometidos en desarrollar el cine peruano (corto o largo, de género o de autor, documental o ficción) como una industria.

Para ser industria, aunque esto no guste a los puristas, tenemos que trabajar como lo hace una industria real de esas que asociamos a otros productos. Si bien no tenemos fábricas, en el cine tenemos ideas que deben procesarse como proyectos que busquen no solo mantenerse más de una semana en cartelera o que sean concebidos para un circuito de festivales, sino proyectos que generen empatía con el público. Producciones que generen interés, despierten la reflexión o entretengan a una persona que acude al cine motivada por imágenes preconcebidas de la cultura de los blockbusters.

En la industria tradicional existe un sistema de producción y una cartera de productos que -según la matriz BCG- están para generar rentabilidad, mantener un liderazgo, ingresar al mercado como novedosos o que sencillamente han cumplido su ciclo. Para mantenerse, una industria requiere de esta tipología de productos. Lo mismo debería suceder en la actividad cinematográfica. Además debemos movernos a pasos agigantados. En esta parte del mundo hace años se entendió que las expresiones culturales pueden ser y son una industria. De ese modo han empezado a trabajar programas públicos y privados de promoción pero sobre todo de gestión de proyectos culturales en todos los ámbitos.

¿Qué falta? Crear proyectos conscientes de que lo que queremos lograr es una industria. Algunos serán buenos, otros malos, pero solo así se aprende. ¿Pedir al gobierno más apoyo? Sabemos que las carencias son muchas y que lamentablemente en nuestro país el apoyo cultural es un esfuerzo aislado.

Hoy tenemos la tecnología a nuestro alcance con costos accesibles y a profesionales que conocen muy bien las posibilidades de la misma. Esta tecnología se puede usar para ubicar nuevas formas de distribución. ¿Por qué pensar solo en salas de cine? ¿Por qué pensar solo en un producto si a partir de una idea podemos generar productos paralelos que añadan sentido al contenido y se trabajen como piezas independientes? Explorar los recursos de las narrativas trasmediáticas es un hecho relevante para las producciones nacionales, no solo en cine sino en todas las industrias. Podemos utilizar estrategias persuasivas para atraer al público, medios virtuales, indagar sobre la reacción del público, medir el impacto de otras producciones similares. Todo esto es válido.

Sin embargo, es importante cambiar nuestra mentalidad, enseñar a los jóvenes que están apasionados por los grandes nombres de Hollywood que también hay grandes nombres en el resto del mundo. Que aquí tenemos a Lombardi, Salvini, Tamayo, Kaspar, Llosa (s) y mucho más. Que tenemos cine original, genial, del cual sentirnos orgullosos y que no es malo pensar en proyectos “comerciales”. Que nuestros jóvenes no solo tengan una mentalidad de festival, sino que generen todo producto pensando en el siguiente, en maximizar el impacto de cada proyecto. Que piensen en festivales grandes, que se interesen en conocer el marketing audiovisual, que ya no es tabú en otros lados. Que está bien trabajar en televisión, en publicidad y conocer sus lenguajes.

Aún nos falta creer que el cine es industria y podemos formar al público en que competimos igual que las películas extranjeras por lograr su atención. Es correcto: no podemos comparar los esfuerzos de promoción, las estrategias de distribución. Sin embargo, nada que valga la pena es fácil. Ninguna industria salió adelante solo con dinero. El cine anglosajón confrontó las mismas dificultades en sus inicios. Pasa lo mismo en Brasil, Argentina, México. Nos falta comprometer al público masivo con el cine que producimos hoy, no con el recuerdo del que produjimos años atrás. El Perú de hoy es más, ya no solo tiene una mirada de desesperanza y frustración; también hay una mirada de futuro, de nuevos horizontes. Así como en la cartelera podemos apreciar muy buenas historias, muchas veces nos sentimos frustrados. Pero no dejamos de ir al cine. Nuestros productores y directores están pasando por un aggiornamiento. Como espectadores, ¿vamos a darles el impulso que requieren? Hoy es el momento, la cultura es más que Mistura.

*Este post es una colaboración de Patricia Sánchez Urrego, decana de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Privada del Norte.

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