Mar calmo
Se había anticipado que la sentencia de la Corte de La Haya en el contencioso peruano-chileno por la frontera marítima sería salomónica, y así ha sido. Nada que sacudiera una relación que pese a los rencores históricos y al patrioterismo oportunista, discurre en los últimos tiempos por cauces de sensatez y distensión, del entendimiento de la necesidad de superar las fisuras del pasado en favor de un futuro con beneficios compartidos.
No había razón de ver, en ese sentido, el fallo de La Haya como el resultado final de un partido de fútbol, que por lo demás suelen sernos esquivos. Aun cuando el presidente Sebastián Piñera se refirió en sus primeras declaraciones a una “lamentable pérdida de territorio marítimo”, la posición chilena de reclamar la frontera en línea paralela al hito 1 fue admitida, aunque la línea de equidistancia debe trazarse ahora a partir de la milla 80. De esta forma, se incorporan a territorio peruano alrededor de 21 mil kilómetros cuadrados, a los que se suman otros 28 mil correspondientes al llamado “triángulo externo” que se prolonga hasta las 200 millas.
El presidente Ollanta Humala dijo mientras tanto que “el Perú se siente complacido” con la decisión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, y luego, abrió las puertas de Palacio de Gobierno para sentir por un momento que su alicaída popularidad se revertía.
Lo que viene ahora es el fino trabajo de implementación de la sentencia, al que con cierta premura, el primer ministro César Villanueva aludió como “un proceso ya en marcha”. En estos casos es mejor ir despacio.
La presidenta electa, Michelle Bachelet, quien asumirá el mando en marzo próximo, ha manifestado que “el fallo es obligatorio y se implementará de manera gradual y concertada entre ambos países, velando por los legítimos intereses de Chile”. Por ello, no perdamos la calma ante las previsibles largas que pueda dar la nueva mandataria a la ejecución del fallo. Que nuestra diplomacia muestre su mejor muñeca en esta instancia final.
*Este post es una colaboración de Richard Licetti Valer, docente de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Privada del Norte.