Consideraciones para enfrentar un Niño agresivo

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Hace seis mil años, cuando los niveles del mar se estabilizaron, la aparición del fenómeno de El Niño contribuyó al surgimiento de las primeras civilizaciones en la costa. Construcciones ceremoniales, geoglifos que reproducen constelaciones y veredas prehistóricas dan prueba de ello. Ubicado en un verdadero paraíso, este asentamiento fue descubierto a mitad de camino entre Chimbote y Trujillo, en la zona denominada Salinas de Chao.

La gran deforestación de la costa

Grandes civilizaciones -como Caral al norte de Lima o Nazca al sur, que prácticamente fue borrada del mapa-, desaparecieron al talar sus pobladores los extensos bosques de guarango, que eran su línea de defensa contra los deslizamientos e inundaciones provocados por El Niño, según lo demostrado por científicos de la Universidad de Cambridge.

Nuestro país, por sus características físicas y condiciones naturales, viene siendo expuesto a diversos y múltiples peligros, situación que se ha incrementado alarmantemente este último año debido principalmente a la ocupación informal de nuestro territorio, que no solo ha aumentado su vulnerabilidad, sino también los conflictos de usos y nuevos peligros, como deslizamientos, sismos, huaicos e inundaciones. Tenemos así una crisis en la gestión del territorio debido sobre todo al mal manejo de los gobiernos locales para aplicar las normas adecuadas dentro del marco legal existente, como planes de desarrollo urbano, reglamentos de habilitación urbana, entre otros, además de evidenciar limitaciones para su adecuada aplicación.

Los ministerios de Economía y de Vivienda elaboraron en el año 2012 un plan de incentivos a la mejora de la gestión y modernización municipal y prevención de desastres -en el cual participé como consultor-, con el fin de contribuir a reducir la vulnerabilidad de zonas urbanas y centros poblados, en el que consideramos la importancia de ejecutar medidas de prevención y mitigación de riesgo de desastre fortaleciendo la gestión local de manera que permita fomentar la regulación de la ocupación urbana.

Cinco años después, la mayoría de estos planes de riesgo no se ejecutaron y vemos como la vulnerabilidad de la mayoría de ciudades no solo persiste, sino que se ha agravado por el empleo de sistemas constructivos inadecuados, asociados a la ocupación informal de áreas amenazadas por peligros naturales como bordes de quebradas y de áreas marginales en el mar y ríos, o construidas en zonas inundables. Si a esto agregamos la débil cultura de prevención y capacidad de los gobiernos locales para gestionar el riesgo de desastres asociados a la nula planificación urbana en sus territorios, el resultado es la grave situación por la que atraviesa nuestro país por la presencia de El Niño y la poca capacidad de respuesta por parte de las autoridades.

Las medidas de prevención en las ciudades costeñas deben partir de los gobiernos locales, con la elaboración de los mapas de vulnerabilidad para una mejor identificación de los peligros y resolución de los problemas, sobre todo en aquellos distritos donde existe un mayor riesgo por mal emplazamiento dentro de un área geográfica no apta para vivienda, concientizando debidamente a sus pobladores.

La costa peruana es desértica y casi nunca llueve, por lo tanto sus viviendas tienen cobertura plana y si pertenecen a asentamientos humanos pobres, donde no hay terrazas, ni patios, ni veredas, cuando llueve la situación es incontrolable al no haber una debida evacuación pluvial. Con la llegada de El Niño, las ciudades desde Piura hasta la frontera con Ecuador han sido afectadas por fuertes y constantes lluvias, ocasionando inundaciones que por el cambio climático global se prevé que serán más continuas. De manera que los actuales techos planos de las viviendas deben convertirse en coberturas con pendiente para la debida evacuación pluvial.

En cuanto a las medidas prácticas para las viviendas ubicadas en quebradas o riberas de río, al ser paso de huaicos y desbordes por el incremento de las lluvias de la sierra, el problema a resolver es el de sus viviendas precarias.

¿Qué hacer cuando las viviendas están ubicadas en zonas de riesgo?

Lo primero es reubicarlas de acuerdo a los mapas de vulnerabilidad del distrito con las condiciones urbanas ambientales adecuadas, porque lo que está en juego son vidas humanas. Para las viviendas en zonas de riesgo medio, revisar los cimientos y si observa que hay humedad en las paredes, aislar los cimientos de la mampostería con plástico o alquitrán. Si la vivienda está ubicada en lo que fue zona agrícola, revisar si existen rajaduras en las paredes o si las puertas y ventanas cierran con dificultad. Esto indicaría que el suelo se está asentando peligrosamente hacia un lado, con el posterior colapso de las instalaciones de agua y desagüe.

Una medida práctica para averiguarlo es colocar una bolita en el suelo y ver si esta se desplaza a un lado. Si este fuera el caso, el suelo no es apto para vivienda, por lo que se recomienda un cambio de lugar. Cuando la cobertura es de calamina, revisar los anclajes con las vigas, ya que los fuertes vientos o lluvias constantes pueden ocasionar su desprendimiento, convirtiéndose la calamina en un elemento peligroso.

*Este post es una colaboración de Luis Miguel Urbina Ferrándiz, docente de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Privada del Norte.

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