¿Cuándo deberíamos de considerar a una ciudad sostenible?

¿Qué hace que una ciudad sea considerada como sostenible?

Una ciudad sostenible se distingue por tener:

Sostenibilidad ambiental. Una ciudad ambientalmente sostenible debe haber reducido su huella de carbono y sus emisiones de efecto invernadero y otras formas de contaminación. También debe atender la mitigación o adaptación de los efectos del cambio climático en su territorio. Debe ser amigable con el ser humano mejorando su calidad de vida. En suma, un lugar donde se reciclan los desechos industriales o con ellos se produce energía eléctrica, donde se trata y reutiliza más del 60% del agua que consume la misma ciudad y donde los ríos y mares no son contaminados.

Desarrollo urbano sostenible. La ciudad sostenible tiene planes de desarrollo que orientan y vinculan su crecimiento, promueve el transporte y la movilidad urbana sostenible. Que permite caminar todas sus calles, que tiene grandes equipamientos que funcionan con energías renovables, que tiene espacios públicos con verde vegetal y de calidad, donde el sistema de transporte se rige por el orden y la gestión del transporte público tiene prioridad sobre el transporte privado.

Sostenibilidad social. Una ciudad sostenible debe promover un desarrollo económico sostenible y brindar servicios sociales de calidad, entre ellos la óptima seguridad pública. Es una ciudad donde la basura deja de ser un problema y es un insumo para recuperar materias primas y abono para las plantas. Asimismo, tiene un buen gobierno y un manejo adecuado de sus ingresos y del gasto público.

La segunda y tercera década del siglo XXI será una época sin precedentes en la historia de la humanidad, pues la población mundial urbana pasará, de acuerdo a ONU-Habitat, del 50% actual al 70% en poco más de una generación.

Los espacios públicos de ciudades como Lima, con mucha población, gran cantidad de autos y pocas áreas verdes son insuficientes. Estamos por debajo de la media de las agencias de la ONU que establecen de 12 a 14 m2 de área verde por habitante y en Lima estamos en 3.7 contando parque zonales y bermas.

Es común en Lima encontrar parques cuyo uso es restringido (los niños no pueden jugar sobre el césped, los jóvenes no pueden reunirse, ni los mayores pueden simplemente pasear por el lugar). Muchas veces se encuentran limitados por los vecinos que hacen uso patrimonial de ellos. Como ejemplo (no único lamentablemente) los parques en la calle General Córdova, que después de cierta hora se cierran y convierten en exclusivos para los vecinos de los edificios que lo rodean. O los parques que se han denunciado en Surco, ocupados por los vecinos como extensión de su propiedades.

Este fenómeno se debe a varias causas: La falta de atención de las municipalidades que permiten un uso indebido en primer lugar. Se debe también a que el modelo de privilegiar el automóvil por delante del peatón hace que la gente no reclame o no asuma su derecho a vivir el espacio público, a disfrutarlo. El primer lugar público es la calle y la gente no camina. Y en tercer lugar, por la falta de orden del transporte público: la contaminación acústica, la del aire, el caos del tráfico no hacen atractivo el espacio público.

Las vías para bicicletas también son espacios públicos, y ahí existe una gran oportunidad de desarrollar Lima de un modo creativo, sano, económico y socialmente atractivo. Hace poco, conversando con Jenny Samanez, gestora del Transporte No Motorizado de la MML, para proponerle trabajar en UPN, surgió la idea de concebir planes para el crecimiento y consolidación urbana de Lima Norte, que sean un ejemplo de desarrollo del transporte sostenible con vías integradas de bicis que puedan atravesar a salvo los cruces de grandes avenidas. Si la gente pudiera ir en bici a su trabajo, muchos los imitarían.

También se observa calles cercadas por rejas que impiden el paso, o distritos como La Molina donde no existen veredas, o estas se reducen a su mínima expresión. Lima muestra un aspecto que limita la libertad de tránsito en unos casos y no respeta a los peatones.

La exclusión o prohibición del paso de vehículos particulares en las urbanizaciones donde los vecinos se han puesto de acuerdo, es el caso más grave de segregación física urbana. No se debiera aceptar y las municipalidades no debieran permitirlo. Generan un mayor caos urbano que todos pagamos.

Lima necesita ordenar su desarrollo urbano y hacerlo sostenible por el bienestar de los limeños.

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