Sobre sufrimiento social y vacío existencial

Pensaba Viktor Frankl que “cada época tiene su propia neurosis colectiva…y cada época precisa de su propia psicoterapia para vencerla. El vacío existencial es la neurosis colectiva más frecuente en nuestro tiempo”.

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Hoy podemos apreciar que nuestra sociedad llena de tecnología y comodidades refleja colectivamente una sensación de vacío y carencia de sentido. Bien podemos definir que la sociedad del siglo XXI sufre sin entender por qué está sufriendo, vemos cómo el ser humano ya no mira las tradiciones como eje de sus valores, ni sabe a dónde dirigirse para encontrar la felicidad anhelada. Pasa su vida agitado, ansioso, corriendo de un lugar a otro, sin pausas, muchas veces sin darse tiempo para comer. Está envuelto en lo que debe hacer más y no en lo que debe ser, tratando de cumplir con agendas y tareas que no puede muchas veces terminar y si las cumple no alcanza los estándares, quiere meter muchas cosas en un tiempo que se le escapa de las manos… entonces llega el domingo y sin la presión de la agitada semana se encuentra consigo mismo y es allí donde aparece el sin sentido de tanta energía gastada y se pregunta: ¿qué sentido tiene todo lo que hago?

El reconocimiento del poder, el aprecio de los demás, no se vislumbra. La motivación intrínseca queda aplastada por una motivación basada en recompensas, logros, reconocimientos económicos, incentivos, pero que a la larga restan significado a lo que se hace, convirtiendo a las personas en seres robotizados que solo deben hacer y cumplir estándares, sacrificando su propia vida. ¿Sobrevivir para qué?, es la pregunta que nos hacemos. ¿Qué sentido tiene lo que estoy haciendo día a día?

El sufrimiento social está entre dos polaridades. Por un lado, el poder, las riquezas, los amigos, la juventud, el estatus, y por el otro lado pérdidas, el desapego, la vejez, la enfermedad, la muerte misma. Por lo tanto, si sumamos las personas que no tienen un rumbo claro y si definimos como sociedad a grupos que no tienen un bien común (solo les une la necesidad de tener y de poder), y sabemos que la sociedad necesita de la masa despersonalizada para subsistir, mientras que la comunidad se basa en el nosotros (el mismo término lo define, común – unidad, sostenida por cada vínculo entre el yo y el tú), entonces vemos que el desencanto por la vida cobra sentido. Viktor decía que la desesperanza es igual al sufrir sin un propósito, mientras que la esperanza es el mismo sufrimiento pero con un propósito.

Cada persona se vincula consigo mismo y también establece vínculos con otras personas. Pero si se desarrolla dentro de una sociedad donde la despersonalización es el denominador común, es muy probable que nazca la desolación que después se convertirá en el sufrimiento social.

Las sociedades actuales ofrecen todo: gratifican, satisfacen las necesidades y elevan los niveles económicos de las personas, aseguran que todos van a ser felices. Es verdad que las sociedades modernas brindan todo sin darse cuenta, pero no reparan en que lo que hace felices y trascendentes a las personas es cubrir la necesidad de sentido.

Significado de lo que somos, de lo que hacemos y de lo que compartimos. Es allí que el sufrimiento social, a pesar de ser una vivencia personal  y particular, si sumamos individuos que viven bajo estos parámetros sociales, se convierte en un sufrimiento colectivo que se traduce en neurosis colectiva manifiesta en depresiones, desórdenes alimenticios, feminicidios, suicidios, conflictos laborales y sociales, hogares disfuncionales, valores centrados en el hedonismo, violencia e inseguridad, drogadicción, delincuencia, etc.

Entonces estamos entre dos aspectos importantes:

LA FILOSOFÍA HACER – TENER – SER = FELICIDAD EXTERNA

Filosofía derivada del impulso de supervivencia: cuanto más se haga y se tenga, mayores serán las posibilidades de éxito sometiéndose a los mandatos de la sociedad, aun pagando el alto precio de la salud mental. Como resultado podemos ver cómo en la actualidad las personas se movilizan por obtener cosas materiales acumulándolas para sentir que valen, generando una cultura del placer.

Esta sociedad está más enfocada en la apariencia, en lo superficial, con personas conformistas, superfluas, con desórdenes alimenticios, emocionales, egoístas, centradas en el poder y con escasa valoración de la persona humana. El  ansia de poder se basa en un bajo costo de la vida humana, personas que son asesinadas para arrebatarles sus pertenecías, valores invertidos donde la mala competencia, las traiciones, son historias que a diario se ven en los titulares de periódicos y noticieros.

LA FILOSOFÍA SER – HACER – TENER = FELICIDAD INTERNA                                                                              

Contrario a lo anterior, el individuo respeta sus tendencias naturales y construye su ser a partir de las mismas, dando como resultado una persona sana mentalmente y feliz, que hace lo que realmente le gusta para alcanzar, como consecuencia, un tener que le brinde buena calidad de vida. Estas personas no confunden su ser con el tener y el hacer y piensan en la supervivencia del otro, lo que se denomina trascendencia.

Buda decía que el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional. Y es opcional en la medida que dejes de ser el homo patiens y te conviertas en el homo veator que entiende que el sufrimiento es parte de la existencia humana. Si bien podemos estar condicionados por factores biológicos, psicológicos y sociales, es él el único que puede determinar qué hacer con esos condicionamientos. Como se dice, hay que voltear la tortilla. Si la vida te da limones, haz limonada. Educar en la filosofía SER-HACER-TENER es una de las maneras de cuidar la salud mental de las personas.

*Este post es una colaboración de Eduardo Yépez, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Privada del Norte.

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