¿Existen realmente fronteras generacionales?

Probablemente uno de los grupos generacionales más caracterizados es el de los llamados millenials o generación Y, quienes nacieron entre los años 1980 y 2000. Esto se debe en parte a que actualmente constituyen en varios países la fuerza de trabajo más numerosa. De hecho, en los Estados Unidos representan el 37% de los empleados, frente a un 34% de los baby boomers, nacidos entre los años 50 y mediados de los 60 y por tanto ad portas de la jubilación.

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De los millenials se ha dicho que tienen una visión del mundo bastante menos metalizada que los boomers, que juegan decididamente en equipo y que les resulta imposible prescindir de la tecnología digital, entre otras cosas.

Sin embargo, de todo esto lo cierto parecería ser que forman parte de la primera generación enteramente digital. Todo lo demás caería en el terreno de las especulaciones. De acuerdo a una nota del diario Gestión, varios expertos han señalado que los millenials se preocupan porque sus actividades sean significativas, interesantes y desafiantes, y que su “nueva religión” es hacer negocios de manera responsable. Así que la única forma de atraerlos y retenerlos es convertir la oficina en una especie de corral de juegos y aumentar el presupuesto de responsabilidad social de la empresa (RSE).

Sin embargo, esta copiosa teoría muestra flancos débiles. La consultora CEB encuesta a 90,000 empleadores estadounidenses cada trimestre y, según su último sondeo, el 59% de los millennials dice que la competencia “es lo que les hace levantarse por las mañanas” (50% de los baby boomers). Además, el 58% compara su desempeño con el de sus pares y el 37% señala que no confía en los aportes de sus colegas (48% y 26%, respectivamente, de las otras generaciones). En suma, en esta generación las individualidades cuentan.

Respecto a su aversión a obtener ascensos, el 33% de los millennials coloca “futura oportunidad de carrera” entre sus cinco principales razones para elegir un empleo, frente al 21% de otras generaciones. Lo mismo ocurre con la RSE: solo el 35% pone fuerte énfasis en este ámbito (41% de los boomers).

Gestión anota que Jennifer Deal, del Centro para el Liderazgo Creativo, y Alec Levenson, de la Universidad del Sur de California, estudiaron a 25,000 personas en 22 países y concluyeron que la mayor parte de las generalizaciones sobre los millennials como empleados es “inconsistente, en el mejor de los casos, y destructiva, en el peor”.

En torno a que no quieren que se les diga qué hacer, los investigadores hallaron que entre 5,000 trabajadores, el 41% de los millennials concuerda que “los empleados deben hacer lo que les indica el gerente, incluso cuando no le encuentran justificación”, frente al 30% de los baby boomers y los generación X —nacidos entre mediados de los 60 y 1980—. De igual modo, más del 90% señala que desea recibir sus evaluaciones de desempeño y discutir sus planes de carrera cara a cara y no por medios digitales.

Si bien existen diferencias en los patrones de consumo, estas no se trasladan necesariamente a las actitudes hacia el trabajo. Deal subraya que los millennials que han permanecido en un empleo durante un par de años presentan actitudes laborales más convencionales que quienes todavía están en la universidad. El sondeo de CEB también halló que los millennials son más proclives que los miembros de otras generaciones a buscar y valorar las opiniones de sus gerentes. Esto se debe a que son jóvenes y no debido a la época en que nacieron, ya que se encuentran en una etapa de aprendizaje. Resulta claro que sea cual sea la generación a la que pertenecen, los jóvenes cambian de trabajo con más frecuencia que los mayores porque están buscando el empleo apropiado.

Así las cosas, sería conveniente que las empresas pongan menos énfasis en la colaboración y la responsabilidad social, y más en la recompensa al desempeño individual y en proveer rutas claras para el progreso profesional. Es necesario reconocer que las diferencias individuales siempre son más grandes que las diferencias generacionales. Y en cada grupo etario hay introvertidos y extrovertidos, así como personas con elevado potencial y otras con escaso talento.

Pero también es necesario admitir que las semejanzas humanas son equiparables a las diferencias individuales. Lo más sorprendente de la investigación realizada es cuánto tienen en común los trabajadores de generaciones distintas, por más años que los separen.

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