Pautas para lograr un verdadero aprendizaje

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En la actualidad, los estudiantes universitarios, en su gran mayoría, no tienen mucho interés en escuchar al docente, y mucho más cuando la exposición sobrepasa los quince minutos. A diferencia de tiempos pasados, en donde escuchábamos no minutos sino horas, porque obviamente nuestro maestro(a) era considerado un referente de verdad y de conocimiento. Si bien es cierto que nuestra concentración también se diluía por instantes, pero plenamente conscientes de la importancia de la información para nuestra formación profesional, otra vez retomábamos voluntariamente la atención hacia aquello de lo que se estaba tratando. De esta manera se producía aprendizaje.

No se nos motivaba mucho, pues ingresábamos a la universidad ya motivados intrínsecamente, motivación nacida de las ansias de querer ser profesionales exitosos. Pero hoy, en que la tecnología nos está ganando la partida, tiempos en los que los estudiantes no pueden desprenderse ni un minuto de ella, nos preguntamos: ¿qué hacer para que los estudiantes asimilen algunos contenidos que les transmitimos en las aulas, y que son imprescindibles para su formación profesional? Cassany (2003) en su libro Construir la Escritura nos presenta algunas estrategias interesantes para que el estudiante logre asimilar y apropiarse de los contenidos que se le transmite en el aula, de lo cual se hablará más adelante.

Muchas veces, los docentes pedimos a nuestros estudiantes que tomen apuntes de los temas que desarrollamos, bajo la convicción de que de esa manera éstos se apropian de los conocimientos. Sin embargo, con frecuencia no saben qué ideas registrar, o cómo hacerlo. En otras oportunidades, transcriben la idea que escucharon, pero es una idea copiada, no procesada; por lo tanto, no hay aprendizaje, solo retención de un dato. De esta manera, al no encontrar que este contenido tiene   aplicación en la práctica ni responde a una situación concreta o real, permanece por muy corto tiempo en el cerebro de la persona y luego éste lo desecha. El resultado es pérdida de tiempo y carencia de un aprendizaje significativo. Es así que cuando tratamos un tema que demanda de conocimientos previos, que el estudiante ya debió adquirirlos en un ciclo anterior o en un curso anterior, comprobamos que sabe muy poco o no sabe nada del tema. Es entonces que debemos retrasar el desarrollo temático o de la actividad programada para llenar esos vacíos que son prerrequisitos indispensables para que el estudiante pueda entender la nueva información.

Frente a esta problemática “La toma de apuntes activa”, como la denomina Cassany, nos permite no solo cautivar y capturar la atención de los estudiantes, sino mantenerlos activos en clase, apropiándose del conocimiento que desemboca en un verdadero aprendizaje. Esta estrategia consiste en interrumpir la sesión de aprendizaje (algunos la llaman “cátedra interrumpida”), después de un cierto tiempo de explicación por el docente o luego de la lectura de algún material, para plantear al estudiante algunas interrogantes sobre lo que ha escuchado. Por ejemplo, se les puede pedir que en sus cuadernos de apuntes ejecuten actividades como: “apunta cinco ideas importantes del tema tratado”, “desarrolla una de ellas en 30 palabras”, “añade tres ejemplos al tema”, “relaciona uno de los puntos importantes tratados en esta sesión con un tema diferente o con otra materia”, “añade una opinión personal sobre alguna de las ideas expuestas”, “escribe dos preguntas sobre el tema”, “escribe dos oraciones sobre el tema que empiecen con las palabras: no estoy de acuerdo con… o me gusta la idea de que….”, entre otras.

Se pueden plantear de dos a tres de estas tareas, dependiendo de la naturaleza del tema y del tiempo con el que se cuenta. A continuación, el docente, luego de los minutos establecidos para que el estudiante conteste, puede solicitarle que comparta lo que escribió para que sus compañeros opinen y complementen las respuestas. Asimismo, el docente puede verificar cuánto están aprendiendo los estudiantes y realizar la retroalimentación de los aspectos en los que han acertado y de aquellos que han quedado poco claros o imprecisos. Si esto hacemos quedaremos con la satisfacción de que siquiera algunos lograron lo que nos propusimos, y no en la incertidumbre de que si habrán aprendido todos o ninguno lo hizo.

Espero que estas estrategias propuestas por Cassany contribuyan a mejorar nuestra tarea pedagógica y a lograr verdaderos aprendizajes en nuestros estudiantes.

*Este post es una colaboración de Judith Chávez Medina, docente de la Universidad Privada del Norte.

Fuente:

Cassany (2003) Describir el escribir: cómo se aprende a escribir. Barcelona: Paidós.

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