Tendencias: la alimentación hacia el año 2030

tendencias: la alimentación hacia el año 2030

Imagínese por un momento devorando una contundente hamburguesa que ha sido elaborada con carne proveniente de… un laboratorio. O sentándose a la mesa para compartir una cena que se encuentra… comprimida en una cápsula. Si bien pareciera que estamos ante especulaciones de ciencia ficción, lo cierto es que en un futuro no muy lejano es probable que la forma en que se alimenta gran parte de la humanidad se haya transformado.

Somos lo que comemos, es verdad. Y también es innegable que el modo en que hemos venido haciéndolo desde hace al menos un siglo no ha sido el mejor. En búsqueda de satisfacer esta necesidad vital hemos incurrido en preferencias y excesos que se manifiestan en problemas de salud que ahora cuesta controlar: obesidad, por ejemplo.

De otra parte, existen disparidades alimenticias a nivel planetario que han convocado a organizaciones y expertos con el objeto de hallar soluciones que involucran, necesariamente, modificaciones en nuestros hábitos nutricionales. Así, si bien el histórico “reto contra el hambre” se ha reducido en los últimos tiempos, existe todavía un buen número de países cuyas poblaciones están expuestas a hambrunas y desnutrición.

Pero en la voluntad de materializar una alimentación saludable y al alcance de la mayor parte, sino la totalidad de seres humanos, interviene también la variable ambiental, y específicamente los compromisos que derivan del Acuerdo de París para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto debido a que en la cadena de producción de alimentos -cultivos, crianza de ganado, elaboración y transporte de alimentos industriales, preparación, ingesta y desperdicio de comida- se genera aproximadamente un tercio de la contaminación ambiental.

Para muchos, el que los alimentos sean actualmente baratos (con relación a los ingresos) conduce a que se consuma más pero también a que se desperdicie más, y de allí el interés en lograr mecanismos de producción agrícola sustentables y, a la par, hábitos de consumo saludables. Este sería el escenario para la consolidación de la producción orgánica, artesanal, y el surgimiento de pequeñas granjas y criaderos.

Bajo estas nuevas condiciones, ¿qué características tendrá la dieta humana hacia el año 2030? Sin duda, los alimentos sanos serán la primera opción: libres de grasas, azúcares y procesos de refinamiento. Naturales, en una palabra. Vegetales, frutas, granos enteros y proteína proveniente de insectos e incluso carne artificial serán cada vez más habituales en las mesas, sostiene Tim Benton, miembro del Global Future Council on The Future of Food Security del World Economic Forum (WEF).

Estas preferencias repercutirán en procesos productivos menos intensos y generadores de pérdidas, en favor de una producción artesanal y a menor escala.

En tanto, Dan Barber, cocinero y autor del libro The Third Plate (El Tercer Plato), estima que el protagonismo de la proteína en la culinaria habrá desaparecido dentro de algunos años. “Será un ingrediente obsoleto, y en lugar de ella los granos y las legumbres tendrán el papel estelar, probablemente acompañadas de cortes de carne muy finos”. Añade que las semillas tendrán también un rol principal en la dieta diaria.

Inventor, futurista y director de Ingeniería en Google, Ray Kurzweil profetiza que en pocos años habrá un consumo extendido de carnes ricas en Omega 3 (grasa presente en pescados azules), haciendo innecesaria la crianza de vacas, cerdos y corderos para beneficio humano. En consecuencia, la agricultura horizontal o tradicional, que en un 70% es destinada a la alimentación de animales, decrecerá sustancialmente.

Ferrán Adriá, el famoso y celebrado creador de elBulli, opina que la dieta del futuro seguirá siendo variada porque los gustos de la gente son distintos. “Las dietas y sabores predilectos de quienes están interesados en el deporte, la salud o en el simple placer de comer no serán nunca los mismos”, anota. Sin embargo, destaca que la expectativa de vida hoy es mayor de lo que nunca ha sido, y en ese sentido es previsible que la alimentación se oriente a salvaguardar la salud.

Lo que esperamos que no desaparezca, porque el alimento, junto a su función nutricional, ha tenido desde siempre esta virtud, es la capacidad de congregar a la gente para reanimar el espíritu ante una mesa.

Fuentes:

https://www.forbes.com/sites/worldeconomicforum/2016/11/11/what-will-we-eat-in-2030/#c5f992e460ed

http://time.com/3482452/future-of-food/

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