Apu Catequil, dios de los cajamarca

Todos los pueblos de nuestro planeta tuvieron sus propias deidades principales, que presentan características relativas a los astros, la tierra, a la fecundación y a la conservación de la vida y los bienes, que les permitió gobernar en beneficio del desarrollo y progreso de sus etnias, ayllus y aldeas hasta convertirse en grandes civilizaciones o culturas.

Tenemos por ejemplo a Osiris e Isis en Egipto, Marduk en Babilonia, Ormuz y Arimán en Persia, Zeus en Grecia, Júpiter en Roma, Quetzalcoatl en Maya y otros. En el territorio peruano sucedió lo mismo, con diversos pueblos con sus propias divinidades que han sido representadas de forma antropomorfa, zoomorfa, fitomorfa y otras. Waldemar Espinoza (1997) dice: “La cultura y civilización andina es una desde sus orígenes, persistiendo durante milenios. Por eso cuando la etnia Inca gobernaba el Tahuantinsuyo, todos los otros señoríos y reinos dominados por aquella seguían rindiendo culto a sus dioses antiquísimos, venerados en templos de construcción también remotísima (Chavín, Pachacamac, Tunupa, Apo Catequil), en cuyos interiores los ritos continuaban siendo los mismos de antaño”.

Una versión de Walter Krickeberg (1975), tomado del Archivo de Indias, relata que el Apu Catequil surge porque Ataguju(creador de todas las cosas, del cielo y la tierra) tenía tres criados -Uvigaicho, Vustiqui y Guamansuri-, quienes eran intercesores del pueblo y acudían a ellos como nosotros actualmente a los santos. Guamansuri fue enviado a la zona de los guachemines (habitantes de Cajamarca y Huamachuco), los cuales tenían una hermana llamada Cautaguan que era encerrada, prisionera y cautiva por estar dotada de hermosura. Sin embargo, el criado Guamansuri aprovechó que los hermanos de Cautaguan no estaban para cortejarla y dejarla embarazada. Al enterarse de este agravio los guachemines decidieron prenderle fuego y quemarlo hasta hacerse polvo, pero al cabo de pocos días Cautaguan parió dos huevos y murió en el parto. Entonces los hermanos tomaron los huevos y los echaron a un muladar, y de allí salieron dos muchachos dando gritos, a los cuales una señora les tomó y los crió. El uno se llama Apocatequil; él es el principio de muchos males y el dios más temido y honrado que había en todo el Perú, siendo adorado y reverenciado desde Quito hasta Cusco. El otro hermano se llamaba Piguerao. Apocatequil fue al lugar donde murió su madre y la resucitó, entonces la madre le dio dos hondas que su padre Guamansuri le había dejado para que las entregue al que iba a parir, porque con aquellas había que matar a los guachemines y pediría a Ataguju para que se críen indios en estas tierras, la labren y la habiten. (TORO 1997. T.II, págs. 34 y 35)

Apu Catequil -“Dios del Rayo”-, es la divinidad principal de los cajamarca. El culto a este dios viene desde épocas muy antiguas. Silva Santisteban (2003) dice: “Fue Catequil la personificación regional de una antigua divinidad panandina y la más importante de la sierra desde los tiempos del formativo: el Dios del Rayo. Así tenemos la representación de un personaje con dos cetros en la Cultura Chavín y en el monolito de Kuntur Wasi (1000 a. C.), en la Cultura Pucará (400 a. C.), en la portada del Sol de la Cultura Tiahuanaco (700 d. C.), finalmente Illapa en los Incas, y representado como un ser antropomorfo residente en el cielo, que lleva una honda en cada mano con las que producía truenos, rayos y relámpagos. Se hacían peregrinaciones, fiestas, ofrendaban sacrificios de animales (cérvidos, cuyes, en especial llamas y otros) y probablemente de niños”, sostiene Silva Santisteban.

Cabe resaltar que muchos escritores actuales del dios Catequil han basado sus estudios en las publicaciones que ha hecho el arqueólogo canadiense John Topic y esposa Theresa Lange (1987), quien ha realizado estudios en el sitio arqueológico de Namanchugo, que se ubica en el sureste del cerro Icchal, en el distrito de San José de Porcón, provincia de Santiago de Chuco, departamento de la Libertad, relegando de esta manera al dios principal de los cajamarca en relación a su topónimo.

Horacio Villanueva Urteaga afirma que Kcaja significa rayo y marca, que quiere decir “lugar del rayo”. De igual forma, los escritos del cronista Cieza de León señalan: “…la provincia de Huamachuco es semejante a la de Caxamalca y los indios son de una misma lengua y traje, en las religiones y sacrificios se imitan unas a otras y por consiguiente en sus ropas y llautos…”, lo cual quiere decir que cada pueblo tuvo sus propias formas de adorar a su divinidad principal. Por ejemplo, los cajamarquinos llevaban en la cabeza madejas de lana que eran hondas simbólicas con las que Catequil hacía los rayos truenos y relámpagos; sin embargo, los huamachuquinos llevaban en sus cabezas las huamas, que eran una especie de media luna de plata.

*Este post es una colaboración de Segundo Luciano Carranza Chávez, docente de la Universidad Privada del Norte.

Fuentes:

Espinoza Soriano, W. (1997) Los Incas: Economía Sociedad y Estado en la Era del Tahuantinsuyo. (Tercera Edición) Editores AMARU. Perú, Lima.

Krickeberg (1975), tomado del Archivo de Indias

Toro Montalvo, C. (1997) Mitos y Leyendas del Perú T.II. Editores AFA, Perú.

Silva Santisteban, F. (2003) Cajamarca Historia y Paisaje (Terecera Edición). AUSONIA editores. Perú Lima.

John Topic y esposa Theresa Lange (1987)

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