Los límites de la educación

En el laureado filme Whiplash (Estados Unidos, 2014), de Damien Chazelle, vemos a un joven, Andrew Neiman, interpretado por Milles Teller, que desea más que nada en este mundo convertirse no solo en un baterista, sino en el mejor. Para ello se matricula en la más destacada  escuela de música de los Estados Unidos. Su maestro, el drástico profesor Terence Fletcher, en la magistral interpretación de J. K. Simmons, que le valiera el Óscar a mejor actor de reparto ese año, es el encargado de conducirlo a su meta. El método que aplica el maestro es despiadado, incluye el maltrato físico y psicológico.

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Es interesante la manera que tiene el profesor Fletcher de fundamentar su enseñanza. Refiere la anécdota según la cual al gran Charlie Parker, cuando se iniciaba en el jazz, ante una mala interpretación al saxofón, el baterista Jo Jones le lanzó por la cabeza un platillo. La respuesta de Charlie Parker fue practicar día y noche su melodía hasta ejecutarla a la perfección: había nacido uno de los más grandes saxofonistas de todos los tiempos. Ante esto, el profesor Fletcher se pregunta si la reacción de Jones ante la mala ejecución de Parker hubiera sido darle unas palmaditas en la espalda y decirle “buen trabajo, muchacho”. Simplemente, Charlie Parker nunca habría llegado a ser Charlie Parker.

Nosotros consideramos que no podríamos establecer una relación causa-efecto a partir de la reacción del “maestro” de Charlie Parker. En el mejor de los casos la anécdota refiere el detonante de la capacidad del genial Bird; pero no la funda. De pronto, decirle a un estudiante “buen trabajo, muchacho”, surtiría el mismo efecto que el platillo en otras sensibilidades. Los límites de la enseñanza nunca deben rebasar el respeto por el alumno, los límites de su formación deben ser trazados por él mismo, la tarea del maestro es mostrarle sus propias limitaciones con el fin de superarlas. Por lo demás, ¿se trata de formar solo a los virtuosos de cada disciplina? ¿Acaso los no virtuosos no tienen los mismos derechos? ¿Quién decide los límites entre unos y otros? ¿No es acaso la tarea del maestro formar personas integrales?

Ahora bien, en el filme se establece un “cuadrado” que clarifica la complejidad de la formación profesional y la humana. El profesor talentoso, pero sin escrúpulos; el padre bondadoso de Neiman, pero con limitaciones profesionales; el virtuoso joven Neiman, a quien le preocupa más su futuro profesional que su futuro como persona; y la joven enamorada de Neiman, una persona bien intencionada, pero quien no ha resuelto su destino profesional. Tal “cuadrado” nos fija los peligros de una formación excluyente.

El talentoso alumno de Terence Fletcher se queda con un padre al que ama pero al que no admira, se queda sin la mujer que pudo ser el gran amor de su vida, se queda con la admiración profesional al maestro a quien detesta en lo personal. El talentoso alumno de Jo Jones muere a los treinta y cinco años víctima de las drogas. El parte policial refiere que se encontró a un hombre de entre sesenta y sesenta y cinco años de edad en un hotel de mala muerte en Nueva York.

* Este post es una colaboración de Andrés Piñeiro, docente de la Universidad Privada del Norte.

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