Cine de autor o genios que van más allá del oficio técnico

cine de autor o genios que van más allá del oficio técnico

¿Cuántas veces se colocó frente a la cartelera y eligió la película que deseaba ver solo por el nombre del director dejando de lado a los actores y la historia? Si la respuesta es casi nunca, o nunca, no hay ningún problema: la industria hollywoodense se encargó de amoldar al espectador a su perfil desde sus inicios. Sin embargo, en la década de 1950 en Europa nacía un concepto que puede ayudarlo hoy en día en tener una idea previa del filme que está entrando a ver sin la necesidad de apreciar ningún tipo de avance: cine de autor.

Es por aquellos años que la crítica cinematográfica de la revista francesa Cahiers du Cinéma, que luego convertiría a sus integrantes en la histórica Nouvelle Vague (nueva ola del cine francés), sella un punto de quiebre al hacer referencia de aquellos directores de cine únicos y verdaderos autores de sus películas sea cual sea la originalidad del guion, participación del equipo artístico y técnico, reconociendo en la producción cinematográfica, como en cualquier otra profesión común y corriente, jerarquías en los cargos donde la dirección está por encima de actores y técnicos. Las películas se comenzaron a distinguir, desde ese momento, por quienes las dirigían.

Para los intelectuales de Cahiers du Cinéma, los autores eran aquellos directores que contaban con propios e inconfundibles rasgos estilísticos como temáticos gracias a la subjetividad de su mirada en una particular puesta en escena cinematográfica. Es decir, muy aparte de las estrellas, guion, y géneros que estos abordaban en su filmografía, sus películas contaban con temas en común y las escenas estaban resueltas fuera de la clásica puesta audiovisual reconociendo en ellos el dominio del lenguaje cinematográfico.

Del cine clásico, por ejemplo, tomaron como pilar a Alfred Hitchcock. Lo estudiaron y entrevistaron a fondo, ubicándolo como un director que durante treinta años y a través de cincuenta películas, explicaba más o menos el mismo relato manteniendo un estilo, que consistía en desnudar a sus protagonistas y sumergirlos en el mundo abstracto de pasiones con la temática de la lucha del alma contra el mal.

Es gracias a este movimiento que el director autoral pasa a escalar un peldaño por encima del técnico de cine. En la primera categoría son considerados cineastas objeto de estudio y admiración afianzados en el campo artístico cultural, que sin importar el cine que trabajen, ya sea Hollywood o extranjero, un espectador reconoce y por tanto sabe de la película que entra a ver por la particularidad de su mirada. La segunda categoría quedó relegada a la similitud, con películas muy parecidas debido a que están ejecutadas con un manual.

*Este post es una colaboración de Julio Barrueta Cuzcano, docente de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Privada del Norte.

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