Ética y estética de la fotografía en la era de internet

ética y estética de la fotografía en la era de internet

Leandro Zanoni, en su visionario libro titulado El futuro inteligente, refleja de manera gráfica cómo es que internet ha evolucionado de tal modo que en la actualidad se ha convertido en parte esencial de nuestra vida cotidiana y laboral. Es así que en este entorno digital, donde todo está interconectado, la simplificación de los mensajes se vuelve una necesidad imperiosa, pues bajo dicho contexto la sobreabundancia de información, o lo que Ignacio Ramonet denominaba “la tiranía de la comunicación”, hace cada vez más difícil acceder a información de calidad. Ello también implica un reto para los productores “profesionales” de información, dado que en el internet de las cosas todos pueden ser prosumidores, sobrecargando más la red.

Bajo este contexto, la fotografía adquiere un rol protagónico, pues con el advenimiento de redes sociales tales como Facebook,  Instagram,  Flicker y Lomography, cada vez más imágenes (buenas y malas) circulan en la autopista de la información. Es así que la fotografía (mejor dicho, la comunicación simbólica) está desplazando con significativa rapidez al signo lingüístico. Basta con “leer” los “chats” de las plataformas de mensajería instantánea. Por tanto, el trabajo del fotógrafo profesional implica un mayor cuidado en cuanto a los elementos técnicos y compositivos, pues tengamos en cuenta que la fotografía tiene un alto contenido cultural, tanto en su contenido como en su técnica (el fenómeno fotográfico occidental difiere del oriental no solo en la temática de sus conceptos, sino también en la técnica. La primera destaca los planos detalles; mientras que la segunda tiene predilección por los planos enteros).

Entendida así las cosas, conviene precisar cuáles son los alcances de lo digital profesional frente a las redes sociales. Como todo proceso comunicacional, el mensaje fotográfico tiene un lenguaje específico con sus propios signos, elementos y reglas que configuran la estructuración de su significado; todo ello lo vemos reflejado en la composición, reglas de los tercios y leyes de la Gestalt (escuela psicológica que estudia la percepción). De otra parte, las imágenes divulgadas en las redes sociales tienen como característica su volatilidad, es decir, una sola imagen tiene el potencial de llegar a miles de personas en pocos minutos, así como desaparecer con la misma facilidad con la que se popularizó. Por ello, atendiendo a esa característica, conviene destacar que la mayor fortaleza de una imagen es el impacto que puede causar en un público masivo, cuyas estrategias deberán orientarse a delimitar su público objetivo, abstraer sus características psico-sociológicas, para transmitir un mensaje claro y unívoco en un espacio limitado. A ello debemos sumar el análisis de la plataforma en la cual será publicada y el epígrafe que acompañará a nuestra imagen.

Por último, debemos señalar que en todo lenguaje existen reglas de construcción semánticas y sintácticas, y ello no es ajeno en la fotografía. Sin embargo, por un interés superior ya sea artístico o comunicacional, aquellas pueden ser trastocadas sin perder la esencia de la composición: aprender a ver, aprender a componer y aprender a significar, teniendo en cuenta que la fotografía no es estática, sino que tiene una historia y un devenir que quedará expuesta mas allá de la intencionalidad del autor.

*Este post es una colaboración de Miguel Roncal, docente de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Privada del Norte.

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