Reflexiones en tiempos del social media

No hay que ser un “gurú” para darse cuenta que el entorno de la comunicación ha cambiado drásticamente en los últimos 20 años. Muchos señalan que este cambio se debe al desarrollo y masificación de los llamados medios digitales. Pienso que esto es correcto sin embargo el cambio no está en la tecnología, sino en cómo los consumidores/ usuarios de la misma hacen uso de ella y la vuelven parte de sus vidas. Es ahí donde está el cambio, es ahí donde los procesos de comunicación se han expandido, donde han tenido un salto cuántico. El efecto que las tecnologías causan en las audiencias es hoy,  es el fenómeno más interesante para estudiar.

Si bien las redes sociales existen desde que se iniciaron las asociaciones sociales, la tecnología ha potenciado su accionar. Los llamados Medios Sociales o Social Media, ya no son solo una extensión de los usuarios, sino muchas veces se convierten en el modo de vivir de muchas personas. La interacción social ya no es offline sino que muchas veces es solo online. Esto, unido a un momento social en donde el individualismo se muestra como la mayor tendencia mundial, nos da como resultado una sociedad altamente dependiente de su tecnología para construir asociaciones, dejando de lado el relacionarse frente a frente, donde la “oralidad” vuelve con mayor auge convertida en “electronalidad”, tomando como referencia la tesis de Biondi y Zapata al respecto.

A mediados de los 60’s un joven Humberto Eco, en su “Apocalípticos e Integrados”,  nos mostraba las razones de quienes levantaban la bandera de oposición hacia la cultura de masas, que surgía entorno a los medios masivos (mass media). Hoy releyendo “Apocalípticos…”, las mismas dudas surgen entorno a los social media.

Sin embrago: ¿Por qué nos llama tanto la atención que las personas utilicen las tecnologías a su alcance?. Creo que esto se debe a que instintivamente sabemos que son las relaciones sociales, basadas en lo presencial y en nuestra cultura, en la tradición oral, las que ha construido la argamasa de lo que llamamos realidad.

Sin embargo: ¿No son estos temores propios de quienes no somos nativos digitales?, ¿No estaremos frente  a una nueva forma de relacionarnos como sociedad, en una sociedad digital?, ¿No es que deberíamos empezar a construir nuevas formas de interacción?.

Las tecnologías están aquí por creación del hombre y están puestas al servicio y uso que él desee darle. Recordemos que la escritura y su difusión con la imprenta, fueron una tecnología nueva en algún momento. Los que estudiamos y trabajamos en las comunicaciones debemos empezar a preguntarnos: ¿Cómo hacer que estás tecnologías permitan una mejor difusión (transparente, relevante, informada) de los temas que son importantes para una sociedad y para su construcción?, ¿Cómo es que dichas tecnologías amplían el acceso de la audiencia a diversas fuentes?, ¿Cómo creamos nuevas formas de enseñar /aprender a usar estas nuevas capacidades tecnológicas – y sus códigos- para generar nuevas formas de interacción?

Las respuestas son complejas y nos remiten a lo que ya hace algunos años McLuhan señalaba como el efecto de extensión de lo humano, proyectándose más allá a través de su tecnología. Queda claro que el contenido, su producción y cómo hacemos que esta sea comprendida correctamente es donde los comunicadores estamos llamados a trabajar, dentro de nuestra nueva realidad.

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