Esta fortaleza es conveniente para ambas partes: el Estado refuerza a ciudades intermedias con vías de transporte rápidas y eficientes y vivienda social, sobre todo para que la población se quede en su lugar de origen y no se desplace a vivir a la ciudad capital, y también para fortalecerlas como ciudades receptoras de la población que se ha instalado en la ciudad central y que por causas diversas busca residir en estas ciudades periféricas y seguir trabajando en la ciudad central.
Cuando pensamos en los problemas del Perú -y no solo de Lima, como suele hacerse- lo primero que nos salta a la vista es la desconexión que existe entre el ‘proceso de consolidación de Lima’ (por llamarle de este modo a la serie de ‘ideas’, proyectos y obras que de manera aislada y sin plan se preparan y aplican para Lima y que no alcanzan para llamarlo ‘Desarrollo Urbano’) y el olvido en que se encuentran las ciudades y centros poblados del resto del país. Al menos Lima tiene aquellos procesos, el resto de ciudades casi nada. Es urgente articular esta red de ciudades al desarrollo.
Desde las ciudades capitales de América Latina se generan, articulan y desarrollan las políticas de crecimiento urbano del resto de ciudades. Sobre todo, desde y hacia los centros poblados o ciudades medias que las rodean, es decir, su hinterland.
Porque las ciudades latinoamericanas, en su gran mayoría, mantienen relaciones de dependencia con las ciudades de su periferia. Estas ciudades medias soportan en dichos casos su crecimiento, aportando provisión de alimentos, materias primas y otros recursos. Así como trabajadores, o como se dice en sociología, ‘fuerza de trabajo’.
Una medida que fortalecería a las ciudades del interior del Perú es la aplicación de un plan de desarrollo urbano regional. Con obras que deben apuntar a impulsar las relaciones de intercambio, consolidando la calidad de vida de las personas. Algunos criterios a tener en cuenta:
Fortalecer las ciudades medias, los centros poblados y los distritos de menores ingresos de Lima es conveniente para provocar el desarrollo urbano-regional armónico del país. El Estado refuerza a dichos centros poblados o distritos menos desarrollados con vías de transporte rápidas y eficientes, vivienda social y fuentes de empleo. Sobre todo, para provocar que la población se quede en su lugar de origen y no se desplace a vivir a la ciudad central, y también para fortalecer a estos centros poblados como receptores que captan a la población que se ha instalado en la ciudad central y que posteriormente buscan residir en estos centros periféricos y seguir trabajando en la ciudad central.
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